miércoles, 16 de julio de 2008

Carta amanuelada de la vida

Cada mañana me despierta la mala vida sirviéndome el desayuno en bandeja de hojalata. Me guiño un ojo en mi reflejo de un espejo cóncavo, para que así mi vida tenga fondo y pueda tocarlo.
Tanto palpita mi pecho que ya no sé que pensar, me aconsejan pero no escucho a quien mal me quiere... Hago recuento de mis errores pasados y no muevo uno solo de los tantos en el ábaco del remordimiento. Ellos me han llevado, con los aciertos, a la vida que tengo ahora mismo y a la gente que acompaña la travesía.
Amo tanto a esta vida que no sé si me quedará amor para entregar. Quiero aprender lo bueno para saber cuándo hago mal, y seguir haciendo; sueño despierto porque nunca duermo aunque cierre los ojos. Me estoy empezando a conocer, y a veces me doy miedo, pero sólo cuando soy yo y tú, seas quien seas, no estás a mi lado.
En igual grado necesita la flor a quien la riega como a quien la huele, yo quiero oler la fragancia de cada estrella que me pase cerca, probar el hielo de cada vaso en una noche de copas, quiero abrazar las ilusiones de aquellos que quieren compartirlas y hacerlas mías, bailar con ellas. No creo en el pasado, no sé qué añorar porque sólo cuentan los que están, no busco a nadie porque los míos se dejan encontrar, no señalo a nadie porque cuatro dedos me señalarían a mi.
Iniciemos un viaje del que ninguno sepamos su destino pero ninguno aminore la marcha. Carga en tu mochila todo lo que tengas y, vacía, échatela al hombro. Si rajas tus venas y sangras frustraciones e inquietudes, tienes reservado asiento en nuestro autobús de retrovisores empañados. Nos adentraremos juntos por caminos estrechos, riéndonos con las cosquillas que nos haga la mala hierba. Yo puedo ir primero, como voy ahora mismo, o, si me lo pides, última, no ambiciono un puesto en el podio porque no depende sólo de mi. Sólo pretendo hacer de esta vida un delicioso sin vivir.
Te llamaré cuando estés cerca; cuando lejano sea tu paradero, iré a buscarte. Dejarte llevar es el más placentero de los viajes (venta de billetes a domicilio), y saber que tú puedes empinar los caminos o allanarlos no es poca cosa. En caso de pérdida de papeles, extravío de quehaceres o inquietudes, póngase en contacto conmigo que ya me ocuparé de perderle también a usted. Y es que tengo ganas de escuchar los vientos de las cimas de los mundos que algunos ansían comerse.
La vida nos enseña que erguido se avanza más, pero a gatas también se hace trecho. Todos los días son un regalo, disfrutarlos es lo menos que podemos y debemos hacer, un gesto con tanto agradecimiento como atrevimiento. Si dejas pasar oportunidades estarás ahorcando sueños, olvidando que no estás en la vida para vivir sino para soñar.
Dice la frase "felices aquellos que nada esperan porque nunca serán defraudados". Temo la decepción en la medida en que pido, en la cantidad de esperanzas que albergo. No soy tan tajante como para decir que no espero nada, pero es tan poco lo que pido que también es escasa la decepción. Con esa instrucción en el prólogo del cuaderno de bitácora he recorrido mucho tirando del carro vacío que lleva todo lo que soy y lo que tengo. Pero el recorrido ha sido en círculo, en parte para no perder el punto de partida, en parte porque aún queda un tirador del carro libre, esperando, o no, un par de brazos que lo enderecen.
En cuanto a aquello que te dije olvídalo, te lo dije para ese momento y que no volverá; podrá llegar algo parecido y, si se da el caso, te lo volveré a decir. Olvida también los compromisos que contrajiste y los pensamientos que habitaste, ellos ya te han olvidado a ti. Expón ante tus ojos las palmas de tus manos, nunca tendrás un tapiz de semejante valor para tu conciencia, míralas hasta que los efluvios de las circunstancias te asfixien, y tú te alegres por ello.

Quiero decirte con una mirada que no te rindas, la cuesta es empinada porque el llano se lo dejamos a los que dejaron que otros decidieran por ellos...

No hay comentarios: